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"Aaaii omá que rico, con cadenicas y todo me lo comía" |
Hace algo así como un año corrió por todas las revistas una fotografía del señor Kravits, Lenny Kravitz, con un auricular de teléfono antiguo conectado a su iPhone. En todas partes lo ponía como "lo más
cool" desde que se inventaron las orejeras con caritas de animaluchos, y a Lenny como un gurú de tendencias, que no es que no lo sea, pero a mi el zapatófono ese como que no...
Porque vamos, digo yo que así como fácil de llevar no es. Y francamente, siendo mujer y llevando bolsos a lo Mary Poppins aún, pero aún me sigo preguntando dónde diantres guarda el señor Kravitz el dichoso chisme (pregunta retórica,
thank you very much).
Los meses han pasado y de pronto recibes un email de esos de compra online de productos de oferta (generalmente porque no los compra ni dios o porque quieren promocionarse) y tachán-tachán: zapatófono al canto. ¡Y de colores! ¡Rosa incluido! Oh el horror!
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"Ring ring, teléfono mi casa... volamos hacia Moscú" |
Y miren ustedes, me tienen a mi estos trastos fascinada. ¡Es que no les encuentro la utilidad! En fin, si es para usar el móvil en casa, ok. O si en lugar de fijo de toda la vida tienes una línea de móvil como fijo, pues también. ¿Pero para llevarlo encima por la calle?
No way. Que depende el bolso no me cabe! ¿Y que quieren que haga? ¿Qué me lo ponga de bufanda? Pues miren, he ahí una idea. Si de aquí un año veo gente llevándolo así o enganchado con celo a la oreja, me doy de cabezazos contra la mesa.
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"Aaaiiii en doraico también Mary!" |
Eso, o nos ponemos en plan retro y lo incorporamos a los zapatos. Si es que ya se suele decir, que está todo inventado. Que esto ni cool, ni "in", ni naaa de naaa... Que miren sino al Agente 86 oigan! Más moderno todavía, ¡adelante zapatófono!
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"¿Es el enemigo? ¿Ustedes podrían parar la guerra un momento?" |
Broma a parte, lo peor de todo es una de las proclamas con la que intentan vender los dichosos chismes. ¿Setido de la estética? ¿Comodidad? Bueno también, pero lo que me llamó la atención fue en el que afirmaban que usando este intermediario uno se protegía de las radiaciones emitidas por el móvil. Y claro, decirlo no lo dicen, pero se da por entendido que si uno necesita protegerse es porque son dañinas. La sociedad del miedo en la vivimos es una de las mayores bromas jamás contadas. Por el amor de dios señores, preocúpense más la leche que beben que viene de vacas alimentadas con pescado (mal! maaaaaaaaaaaaa!) que por las radiaciones que capta/emite el móvil (o el mircrondas, ya que estamos).
¿Pero para qué existimos sino es para el entretenimiento de nuestros semejantes?
Pues nada, zapátofonos de bufanda y huevos de gallinas caníbales para desayunar.