"Aaaii omá que rico, con cadenicas y todo me lo comía" |
Porque vamos, digo yo que así como fácil de llevar no es. Y francamente, siendo mujer y llevando bolsos a lo Mary Poppins aún, pero aún me sigo preguntando dónde diantres guarda el señor Kravitz el dichoso chisme (pregunta retórica, thank you very much).
Los meses han pasado y de pronto recibes un email de esos de compra online de productos de oferta (generalmente porque no los compra ni dios o porque quieren promocionarse) y tachán-tachán: zapatófono al canto. ¡Y de colores! ¡Rosa incluido! Oh el horror!
"Ring ring, teléfono mi casa... volamos hacia Moscú" |
Y miren ustedes, me tienen a mi estos trastos fascinada. ¡Es que no les encuentro la utilidad! En fin, si es para usar el móvil en casa, ok. O si en lugar de fijo de toda la vida tienes una línea de móvil como fijo, pues también. ¿Pero para llevarlo encima por la calle? No way. Que depende el bolso no me cabe! ¿Y que quieren que haga? ¿Qué me lo ponga de bufanda? Pues miren, he ahí una idea. Si de aquí un año veo gente llevándolo así o enganchado con celo a la oreja, me doy de cabezazos contra la mesa.
"Aaaiiii en doraico también Mary!" |
"¿Es el enemigo? ¿Ustedes podrían parar la guerra un momento?" |
¿Pero para qué existimos sino es para el entretenimiento de nuestros semejantes?
Pues nada, zapátofonos de bufanda y huevos de gallinas caníbales para desayunar.